lunes, 7 de julio de 2008

VISION EMERGENTE DE LA EDUCACION EN EL AMBITO SOCIOPOLITICO CONTEMPORANEO.

VISION EMERGENTE DE LA EDUCACION EN EL AMBITO SOCIOPOLITICO CONTEMPORANEO.

COMO SE CONSTITUYE HOY EL SUJETO PEDAGOGICO (maestro, participante alumno contenido y evaluaciòn)

PARTICIPANTES:
RUIZ JAIMES ANA HETILMA
C.I. 3.996.908
DUQUE DE S. CANDIDA ROSA
2.813653
RAMIREZ MARIA ALCADIS
CI. 5.509.099
CAMACHO M. ARMANDO
CI 12.491.101
RANGEL FRANKLIN.
CI. 9.212.375

FACILITADOR: JESUS VILLANUEVA


Seguramente todo educador comprometido con sus tareas pedagógicas reflexionará acerca del aprendizaje y de las estrategias que permiten optimizarlo y evaluarlo, con miras a ir más allá de la simple transmisión de conocimientos para llegar a la verdadera formación del ser humano. Desde una perspectiva amplia podríamos concebir al aprendizaje como un cambio de conducta (físico y mental) relativamente estable: Sin embargo cualquier cambio de conducta más o menos permanente no puede ser considerado de esta forma. Solo la adaptación que supere las dificultades, que el medio circundante le presenta al sujeto, puede ser catalogada como aprendizaje. Aprender supone un cambio de conducta o una adquisición de nuevos saberes que tengan cierta permanencia en el tiempo, como resultado de la propia experiencia, es decir que cuando aprendemos se produce una modificación en nosotros mediata e inmediata o a largo plazo como fruto de dicha vivencia.
En tal sentido, son las instituciones de educación superior con programas de formación docente, las que tienen la responsabilidad de formar profesionales de la docencia, conjuntamente con sus funciones de investigación y extensión socio – educativa, realmente comprometidos con la elevada misión que ejercen. En este sentido, deben ser egresados caracterizados por un conjunto de rasgos básicos que le otorguen identidad profesional y pertinencia histórica a su perfil. Para lograrlo se requiere la mediación de un docente formador que este en un contexto de educación permanente, que trascienda el marco curricular de los estudios que conducen a la habilitación para el ejercicio de la función educativa.
A tal efecto, se aspira que todo docente sea promotor de su desarrollo ulterior, una vez concluida la formación sistemática inicial, las instituciones de formación docente deben crear condiciones que estimulen en el estudiante el espíritu de superación y una actitud de indagación y búsqueda abierta hacia el cambio y experiencias que faciliten el desarrollo de destrezas de auto – aprendizaje. También ha de entenderse el perfil del docente, cualquiera sea la estructura conceptual que las instituciones utilicen para su formulación, como una totalidad armónica que lo caracteriza e identifica como educador.
El docente debe ser el punto de partida para la elaboración de un currículo que enfatice la integración afectiva, ética, e intelectual de la personalidad y el dominio de las funciones profesionales del docente. Las instituciones formadoras de docentes , en la formulación y administración de los planes y programas de formación, deben asegurar la necesaria conexión de contenidos teóricos y experiencias practicas, la integración de saberes de distintas disciplinas, el conocimiento “ pedagógico” de los contenidos de instrucción y la competencia en el área de conocimientos de su especialidad, así como también, la adquisición por el docente en formación de una visión holistica y equilibrada del educador que desea y puede ser y que los demás esperan, base necesaria para su propia identidad y auto desarrollo moral y profesional.
Un énfasis prioritario en la formación del docente debe ser el cultivo de la capacidad de reflexión permanente en la acción y sobre la acción, para lograr la transformación creadora del acto educativo y de las condiciones que limitan el aprendizaje de los alumnos, al tiempo que se estimula el propio desarrollo profesional del educador. En esta concepción, el trabajo del docente es considerado como una actividad intelectual y no solo técnica, como un proceso de acción y reflexión cooperativa, de indagación y experimentación personal y grupal, en el que el educador es un intelectual autónomo y cooperativo en proceso permanente de desarrollo profesional, que considera las estrategias de enseñanza aprendizaje como hipótesis de acción, para analizarlas y comprobar su eficacia, eficiencia y pertinencia, a fin de actualizarlas o sustituirlas.
A partir de tales lineamientos, las instituciones formadoras de docentes, utilizando la estructura conceptual y la metodología que estimen pertinentes, están llamadas a orientar su acción hacia la formación del docente con un perfil que le permita: (a)Propiciar la innovación y el desarrollo educativo y de participar conciente y creativamente en la elaboración de diseños pedagógicos que conduzcan a la formación de la población facilitando el progreso social, cultural, científico y tecnológico del país; (b) Se debe preparar para comprender e interpretar los procesos de enseñanza - aprendizaje, considerando el contexto social, las implicaciones éticas del proceso educativo, el nivel de desarrollo del alumno, las características del contenido y los objetivos instruccionales, de tal manera que seleccionen y utilicen las estrategias, métodos, técnicas y recursos mas adecuados a la naturaleza de la situación educativa; (c) Además el sujeto docente debe poseer dominio teórico practico de los saberes básicos de las áreas del conocimiento en las que se inscriben los programas oficiales del nivel, modalidad o área de especialización que su vocación y aptitudes le han llevado a seleccionar como centro de su acción educativa, con un saber vivencial de los procesos de desarrollo y aprendizaje del sujeto de su acción educadora, a la vez con el dominio teórico y practico de estrategias, técnicas y recursos apropiados para la estimulación de los aprendizajes y del crecimiento afectivo, ético, y social de los educandos; (d) Debe ser conocedor de la realidad educativa y de sus relaciones con factores sociales, económicos, políticos y culturales del país, la región o la comunidad en la cual se desempeña y (e) Debe ser consciente de su responsabilidad en el análisis y la solución de los problemas que afecten el funcionamiento de la institución y la comunidad donde presten sus servicios, así como también en el estimulo a la participación de los estudiantes, la organización y la coordinación de esfuerzos, a fin de lograr los objetivos educacionales e integrar la comunidad a la escuela y la escuela a la comunidad.
En definitiva, el docente de hoy debe tener una actitud crítica, positiva y abierta a las posibilidades de cambio y de superación permanente, espíritu de servicio, sólidos principios éticos, poseedores de características y actitudes personales que le permitan interpretar y desempeñar su rol en la comunidad y ser verdaderos ejemplos de educación. También en el proceso pedagógico se pretende que el estudiante asuma un papel activo, que contribuya a su propio desarrollo; pero en raras ocasiones el docente permite que el estudiante decida en que debe ser activo, casi siempre hay que hacer la voluntad del maestro, es decir; lo que el estudiante quiere en muy pocas ocasiones es tenido en cuenta. Si aceptamos que lo anterior es cierto cabe preguntarse: ¿Dónde están consideradas las necesidades, los motivos y en consecuencia la voluntad de los propios estudiantes para que las actividades sean productivas?.
En el escenario escolar muy pocas veces se cumple esta expectativa; unas veces por la rigidez de los programas escolares y en otras por la autocensura del propio docente. Esto limita la creación sobre todo de los docentes jóvenes, llenos de imaginación y una empatía elevadísima con sus estudiantes. Existe el criterio, casi generalizado, que se es bueno si se hace sin rodeos lo que está establecido, lo que otros han dicho que debe hacerse y casi siempre también esto hace lineal, aburrido y, en consecuencia, poco productivo el proceso pedagógico. Sería muy bueno para la sociedad del siglo XXI y futura, que las personas sean activas en su superación personal, que sus necesidades y sus motivos personales se eleven hasta ser congruentes con las necesidades sociales para que la energía interna que mueve los procesos sociales, dentro del cual se encuentra el proceso pedagógico, fluya con todo su potencial de creatividad desde lo individual.
De ese modo la armonía y la felicidad podrán estar un poco más al alcance de todos. Se debe pensar en la felicidad que proporciona descubrir el mundo por si mismo, aunque sea con la ayuda de otros. La hermeticidad de los programas escolares; los sistemas de evaluaciones, las inspecciones, y el paradigma de ser bueno por hacer lo que digan otros, recrudece esta realidad en la escuela de hoy y no estimula una educación participativa donde en realidad el alumno sea objeto y sujeto de la educación. No todo está perdido; al contrario, todo esta ganado. La experiencia acumulada durante siglos por miles de educadores en diversas latitudes, y que por fortuna ha llegado hasta nosotros, aconseja como denominador común que todo vale: todos los alumnos tienen el derecho a ser tenidos en cuenta y en todas las dimensiones del ser humano.
Cuando hoy se habla de diversidad se piensa mucho en respetarla y poco en tenerla en cuenta. Es prudente ceder el espacio que le corresponde a cada ser humano y que en ocasiones puede parecer desaprovechado por el sujeto pero a fin de cuentas es su espacio, es su tiempo. El desarrollo de la personalidad, especialmente, el desarrollo del pensamiento es un proceso complejo donde intervienen diversos factores, pero en ningún caso es razonable excluir el propio sujeto, al contrario; una educación desarrolladora debe sustentarse en las necesidades, motivos y posibilidades de cada sujeto.
El desarrollo científico alcanzado en la segunda mitad del siglo XX ha puesto a disposición de la educación una base tecnológica sustentada en la informática y que comprende varios medios interactivos, que es muy bueno utilizar en función del desarrollo pleno del hombre. Muchas veces se habla de que el maestro ahora dispone de tal y cual medios, soportes, entre otros. Poco se dice de las posibilidades que tiene el alumno para aprender, usando esa tecnología con relativa independencia. El temor del maestro a perder autoridad moral y científica es otro tabú que debe ser resuelto, es común pensar que el maestro siempre tiene que saber más que el alumno en todos los órdenes y esto en realidad no es posible y mucho menos en los tiempos actuales donde los alumnos por su posición económica y social pueden estar por debajo o por encima de las posibilidades del docente.
Desde lo ético es bueno reconocer que no tiene más moral el que trata de saberlo todo, que aquel que reconoce sus errores, en el proceso de acercamiento a la verdad científica, que de hecho es un proceso inconcluso para toda la vida, sino se deja la ciencia a un lado. Nunca un maestro crece tanto delante de sus alumnos como cuando reconoces incógnitas o insuficiencias de conocimientos que pueden ser alcanzados con más trabajo, más esfuerzo y más dedicación. El carácter democrático de la enseñanza resulta cada vez más necesario, renunciar a las verdades eternas y diferenciar estas de las verdades vulgares abre el camino de la ciencia. Esto pone al docente en condiciones de estimular la búsqueda constante en sus alumnos que es en última instancia el mejor dividendo que la escuela debe dejar en sus egresados. El espíritu investigativo es una constante necesaria que debe prevalecer en la formación del ser humano.
De esta manera, surge un elemento que también debe ser considerado dentro de la visión emergente de la educación en el ámbito sociopolítico contemporáneo, se hacer referencia al aspecto afectivo. A tal fin es necesario reconocer la importancia que posee la educación como proceso donde interactúan constantemente las personas, de allí que el docente debe interesarse en primer lugar por tocar el corazón, después el cerebro. Los estudiantes deben sentir la fuerza del amor que es el motivo presente por encima de todo acto de simple enseñanza. Solo así las exigencias serán comprendidas y difícilmente rechazadas.
Sin duda, hay que dedicarles más tiempo a las personas que a la materia de enseñanza, lo que raramente sucede por la rigidez de los programas escolares y los estereotipos que caracterizan a algunos docentes. Si la comunicación con los alumnos alcanza un adecuado nivel de empatía, comprensión y amor, no habrá tarea difícil en lo académico. El trabajo podrá ser arduo pero será siempre una meta visible y por tanto contendrá energía para movernos hacia ella. El que quiere puede, nadie puede dirigir sus esfuerzos hacia algo que no ama. La armonía del Universo debe ser aprovechada para que los alumnos comprendan su orden y bondad. Los alumnos siempre serán más importantes, que el programa escolar, los libros de texto, los medios de enseñanza y todos los componentes de proceso pedagógico.
Finalmente, surge la evaluación concebida como un proceso que no puede estar aislado del hecho educativo como un todo. En este sentido, es preciso usar todos los recursos con que se cuenta para trabajar en el proceso de evaluación, tratando de que resulte un acto natural, espontaneo y no un juicio donde se busca descalificar al estudiante. Al contrario, debe representar la oportunidad para que el estudiante demuestre sus competencias, habilidades y destrezas. La enseñanza contemporánea, sustentada en principios de procedimientos y en el descubrimiento de los propios alumnos, no tiene porque evaluar como la enseñanza tradicional. No hay que memorizar por memorizar, la memoria como proceso activo debe potenciar los restantes procesos lógicos del pensamiento y hay muchas maneras agradables de ejercitarla que no se parecen a la vieja evaluación.
Para concluir hoy el docente debe estar sujeto a los cambios, en todos los niveles educativos, debe estar en continua evolución, el nuevo papel docente participante viene determinado por la acción conjunta de la autocrítica del profesorado, los requisitos sociopolíticos y la evolución del propio sistema educativo. Este cambio obliga a una continua toma de decisiones y a una formación permanente. Los factores que inciden en este cambio son múltiples, uno de ellos los cambios políticos la acelerada evolución social, el vertiginoso cambio tecnológico y por ultimo la influencia de multitud de corrientes pedagógicas. El papel del sujeto docente como transmisor del conocimiento que monopoliza ha quedado obsoleto en el mundo actual. Aunque no están claros los limites o la definición de la profesión docente se vislumbra un nuevo papel del profesional de la educación, cuyo norte es la búsqueda del docente orientador, mediador, estimulador y motivador del desarrollo personal y social de los estudiantes, al tiempo que se vincula con el entorno para diagnosticar las situaciones problematices a fin de ubicar los recursos y medios para intervenir en la solución de las problemáticas comunitarias.
Pero por encima de todo, debe ser aquel amigo experto y confidente, critico, que ayude al discípulo a clarificar su futuro, a desarrollar sus valores sociales.
El nuevo docente debe tener capacidad de actuación autónoma e intentar crearla también en los educandos, para lograrlo necesita una gran capacidad de adaptación, pues el desarrollo cotidiano de la enseñanza se encuentra afectado por múltiples componentes sociológicos, psicológicos y biológicos, sobre todo en lo que a la dinámica del aula se refiere. En la formación de los nuevos docentes debe incluirse el conocimiento de las teorías existentes sobre el aprendizaje y al mismo tiempo, se les tiene que preparar para estar abiertos al dialogo y al contraste de ideas para la reflexión sobre la acción. La investigación debe formar parte de su práctica y al evaluaciòn formativa tiene que guiar el diseño y la finalidad de su acción.




Referencias

Díaz, A. (2006). Ensayos Sobre la Problemática Curricular. Caracas: Editorial Trillas, V Edición.

Díaz y Barriga. (2002). Docente del Siglo XXI. Estrategias Docentes para un Aprendizaje Significativo. México: McGraw Hill.

No hay comentarios: